Técnicas y hábitos de estudio contra el miedo a suspender

 

La mayoría de las personas nos hemos enfrentado en algún momento de nuestra vida a  estudiar o hacer un examen. En estas fechas en las que se hacen inminentes las Pruebas de Evaluación para el Acceso a la Universidad (antigua Selectividad) y la convocatoria de las Oposiciones al cuerpo de docentes de educación secundaria (a las que me presento  próximamente), voy a tratar algunas cosas relevantes que considero básicas y que puedan  ser de utilidad para el estudio.

 

 

1. El miedo a suspender

 

Uno de los principales motivos por los que estudiamos es para evitar suspender. “No, en  realidad los estudiantes tienen que estudiar para aprender”. Sí, pero hoy día la gran  mayoría de estudiantes no se preocupan por aprender: se preocupan por la nota. ¿Por qué? Por todo lo que implica suspender: tener que volver a repetir lo que has estudiado, el  discurso de tus familiares/docentes, sentir que no eres bueno para estudiar o algo peor.

 

Evidentemente, sacar buena nota también es otra consecuencia que se persigue al estudiar: reconocimiento de los familiares/docentes/compañeros, sentir que puedes conseguir  estudiar lo que quieras y en donde quieras, etc. Sin embargo, la mayoría de los problemas  relacionados con los estudios se deben al miedo a suspender.

 

“Pues a mí no me preocupa suspender, sino sacar la máxima nota”. Probablemente sea  porque no te has expuesto a muchas situaciones académicas en las que te has equivocado,  hayas suspendido o no sepas cómo sacar buena nota. El problema está en que las tornas pueden girar muy rápido: basta con aumentar la exigencia de los criterios de evaluación de una asignatura para que creas que no se te da bien y frustrarte con tus estudios. Recuerda: no es que no valgas para estudiar, es que no sabes qué hacer para estudiar mejor.

 

Ahora, la cuestión es: ¿suspender es tan malo? Pues… no necesariamente. Suspender una  asignatura o un examen no significa que hayamos fracasado. Skinner (1971) decía que un fracaso no es siempre una equivocación; puede que sea, simplemente, lo mejor que  podemos hacer dadas las circunstancias.

 

Es bastante normal tener miedo a suspender, pero tener mucho miedo a suspender muchas veces nos pone más nervioso a la hora de estudiar, con lo que nos resulta contraproducente para estudiar, formándose un círculo vicioso (tengo miedo a suspender→no estudio bien→suspendo→tengo más miedo a suspender). Por todo ello, lo principal ante esto es aprender a relajarse, comprender qué es lo que tanto temes y buscar ayuda cuando veas que la situación te supera.

 

De hecho, la gran mayoría de personas en 2º de bachillerato tiene mucho miedo por no  sacar buena nota y no entrar en la carrera que desean. Pero eso no es el fin del mundo.  Puede que esa carrera no sea lo que esperas. Puede que el trabajo que deseas se pueda  conseguir desde muchas carreras o desde otros estudios que no necesariamente pasen por  la universidad (Grado medio o Formación profesional). Eso no te hace peor o que vayas a ser un fracasado o una persona sin importancia.

 

Hay graduados en ingeniería, medicina,  e incluso psicología, o que se dedican a investigación, que actúan como unos verdaderos “cenutrios” y profesionales o técnicos en comunicación, electricidad, administración, etc., que son muy buenos y aportan mucho a esta sociedad (a la pandemia me remito). Lo realmente importante no es tener un título bonito: es ser un buen profesional en aquello en lo que trabajes. Nada más y nada menos.

 

 

2. ¿Qué hacer para sacar buena nota?: Técnicas y hábitos de estudio

 

He hablado del miedo a estudiar, pero no lo más importante: ¿qué es estudiar? Estudiar es,  grosso modo, un conglomerado de estrategias y técnicas (es decir, lo que hacemos  cuando estudiamos: leer, resumir, esquematizar, etc.) que aplicamos a un material de  estudio (libros, apuntes, etc.) para poder recordarlo y/o comprenderlo, con el objetivo de  aprobar a una prueba de evaluación. ¿No ha quedado claro? Es normal, porque no hay una sola manera de estudiar ni una sola manera de evaluar.

 

Por ejemplo, en los exámenes tipo test es más necesario comprender y reconocer los  conceptos y no tanto tener que memorizarlos. Entonces, las técnicas de estudio a aplicar  deben centrarse en hacerse preguntas, leer varias veces el texto, intentar explicarlo con  tus palabras, etc.

 

Por otro lado, en los exámenes de redacción de un tema (que se da más en la selectividad o las oposiciones) lo esencial no es tanto comprender (que también, pero no lo principal), sino memorizar todo un tema completo. ¿Cómo? Resaltando (subrayando) las partes esenciales, organizando/esquematizar las partes del tema para que sea más fácil de recordar, redactando o diciendo en voz alta el tema entero, usando reglas mnemotécnicas, etc.

 

También puede variar la técnica a utilizar según la temática o la materia de estudio. Nunca será lo mismo estudiar matemáticas, que estudiar un idioma o que estudiar una partitura para tocar un instrumento (es evidente). Para cada una, se requerirá de una metodología de estudio diferente y adaptada a las exigencias y criterios de la tarea a evaluar.

 

Existen muchos libros y manuales que hablan de todas estas técnicas de estudio y cómo aplicarlas (dejo algunos textos en las referencias). Incluso algunos que realizan una metodología de estudio combinando varias de estas técnicas, por ejemplo, el SQ4R (Prelectura, Preguntas, Leer, Anotar, Recitar, Revisar), el EPL2R (Examine, Pregunte, Lea, Repita, Revise) o el método PuLSERA  (Prelectura, Lectura, Subrayado, Esquema, Resumen, Aprender).

 

“Pues yo he probado eso y no me ha funcionado”. Claro, porque aplicar todas esas técnicas no te garantiza que vayas a saberte el tema de memoria, o que lo hayas  comprendido, o que sepas responder correctamente las preguntas de un examen. Hay veces que no es necesario aplicar todas las técnicas que conocemos; en muchas ocasiones dependerá de lo que ya sabíamos de partida.

 

Las técnicas de estudio no son garantía de que nos lo sepamos. Marty Lobdell comenta que el subrayado lo aplica la gran mayoría de personas para estudiar y, sin embargo, puede ser contraproducente porque crea una falsa seguridad de que has estudiado. PERO APLICAR UNA TÉCNICA DE ESTUDIO ES UNA PARTE DEL PROCESO, NO EL PROCESO FINAL. Podemos hacer un  esquema superbonito, un subrayado muy colorido y bien hecho, leer 200 veces el tema, que nada de eso garantiza que te lo hayas estudiado. “Estudiar” es  saber/comprender/recitar/redactar el tema objeto de estudio. Hoy en día, esto se suele denominar “Active recall” o “Recuperación activa”. Pero no es nada nuevo. Es estudiar, simple y llanamente.

 

Además, conviene recordar que estudiar es un HÁBITO, es decir, que requiere de mucha  práctica, con mucha frecuencia y con perfeccionamiento (ojo, que no es lo mismo que  perfeccionismo). Con aplicar las técnicas de estudio una sola vez no conseguirás aprobar a partir de ahora todos los exámenes. Sin embargo, estudiar todos los días (o casi todos) con unas sesiones estructuradas y con una buena planificación sirve de base para estudiar  mejor, más rápido y, como consecuencia, sacar buena nota.

 

 

3. Conclusión

 

Estudiar es algo que todos tenemos que hacer y ya no solo en el ámbito académico. Muchas veces, en el entorno laboral te pueden pedir que estudies un artículo, o una nueva  legislación, o un nuevo manual técnico, o lo que sea. Estudiar es una acción que se hace en algún momento a lo largo de la vida.

 

Evidentemente, la mayoría de la población lo ha asociado con un conjunto de eventos aversivos (calificaciones desagradables, frustración, ansiedad, etc.). Me he encontrado mucha gente que creía en bachiller que no valía para estudiar, terminando una carrera universitaria; o gente que ha vuelto a estudiar después de mucho tiempo porque en el instituto odiaba estudiar y decían que “no es lo mío eso de  estudiar”.

 

La mayoría de las personas que estudian (entre las que me incluyo) se han visto en momentos que han deseado abandonar los estudios porque creían que no eran buenos estudiando. Pero esto no significa que no pueda cambiar si se dan las condiciones  adecuadas.

 

“La verdadera equivocación es renunciar a seguir intentándolo” – B. F. Skinner.

 

 

REFERENCIAS:

 

· Dunlosky, J., Rawson, K. A., Marsh, E. J., Nathan, M. J., & Willingham, D. T. (2013).  What works, what doesn’t. Scientific American Mind, 24, 46–53.

 

· Fox, L. (1962). Effecting the Use of Efficient Study Habits. Journal of Mathematics, 1, 75-86.

 

· Froxán Parga, M. X. (2020). Análisis funcional de la conducta humana: Concepto,  metodología y aplicaciones. Ediciones Pirámide.

 

· Lobdell, M. (2015). Study Less, Study Smart.

 

· Pérez Fernández, V., Gutiérrez Domínguez, M. T., García García, A., & Gómez Bujedo,  J. (2017). Procesos psicológicos básicos. Un análisis funcional. UNED.

 

· Salas Parrilla, M. (2015). Técnicas de estudio para Secundaria y Universidad. Alianza  Editorial.

 

· Sebastián, L. (2013). Técnicas de memorización: casos prácticos. Editorial CCS.

 

· Skinner, B. F. (1971). Más allá de la libertad y la dignidad. Fontanella.

 

· Witty, S. (1992). El libro de la supermemoria. Ediciones Pirámide.

 

 

MATERIAL EXTRA:

 

· Vídeo de “ABA España” sobre técnicas de estudio y planificación: https://www.youtube.com/watch?v=Rzy-v57IObY&list=PLkLsgjF65HcZBCxT6rCndTkAFEVtIdaJe&index=82

 

 

ACERCA DEL AUTOR

Perfil del autor:

Psicólogo por la Universidad de Granada (UGR). Máster de Formación del Profesorado en Orientación Educativa. Actualmente preparándome las oposiciones de Orientación Educativa. Formación en Análisis Funcional del Comportamiento. Interesado en el análisis y modificación de conducta aplicado al ámbito educativo. En constante proceso de aprendizaje. Todo puede mejorar si se dan las condiciones adecuadas.

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