Cuando los compis de “CONDUCTEAM” me invitaron a escribir sobre el futuro de la psicología me encontraba inmersa en el proceso electoral al COP (Colegio Oficial de la Psicología) de Madrid, de la mano de la candidatura “Wind of Change”. Nunca se me han dado bien las predicciones, ni es algo que me interese especialmente porque hay muchos factores muy complejos que no dependen de nuestro control; siempre he preferido focalizar mi atención en aquellas cosas que sí están más cerca de mi alcance. Por eso, no soy capaz de predecir cuál será el futuro de la psicología, pero de lo que sí puedo hablar es de cuál desearía yo personalmente que fuera ese futuro y hacia dónde creo que tenemos que evolucionar, pues esto es algo sobre lo que sí he reflexionado largo y tendido durante los últimos meses.
1. Reivindicar nuestro nivel de análisis psicológico
Creo que uno de nuestros principales retos tiene que ser continuar dando pasos hacia una verdadera emancipación de la psicología. Es innegable que estamos ante una ciencia, una disciplina y una profesión mucho más autónomas con respecto a otras (ya sea Filosofía, Biología o Medicina) a día de hoy que hace unas décadas. Pero todavía nos pesan mucho tradiciones que nos alejan de nuestro nivel de análisis específicamente psicológico. Parece que lo nuestro “nos sabe a poco” y que tenemos que seguir dando excusas biologicistas o cientificistas para todo lo que hacemos. Con lo cual, nos toca concienciarnos de que nuestro foco se sitúa precisamente en la interacción entre ese organismo, con toda su historia vital, y su medio ambiente en toda su complejidad. Esto no es negar otros niveles de análisis, sino reivindicar sin complejos el nuestro que ya es en sí mismo suficientemente rico, complejo y necesario.
Lo anterior es esencial además si queremos reivindicar una “salud mental” y una sociedad más humanas, que entiendan a la persona como a un todo, sin descontextualizarla ni estigmatizarla. Alejándonos del paradigma de enfermedad y entendiendo la funcionalidad del comportamiento para así abrazar nuestro potencial de cambio (no solo en un contexto clínico, sino también forense, educativo, etc.). Solo así conseguiremos que solicitar los servicios de un profesional de la psicología deje de ser un tema tabú de una vez por todas.
2. Liberarnos de concepciones precientíficas
Por otro lado, las ideas sobre el “libre albedrío” nos siguen pesando mucho, junto con concepciones diversas de la espiritualidad imbuidas del mismo, a veces de forma abierta, pero otras de manera más velada. En mi opinión, este es un obstáculo fundamental para el avance de la psicología, pues es la antítesis de la explicación, predicción y control que nos deben caracterizar como ciencia y como tecnología si queremos ser realmente útiles socialmente.
Entender que el comportamiento humano se rige por una serie de leyes no impide que podamos seguir siendo responsables de nuestros actos, emocionándonos, estableciendo conexiones intensas con otras personas… Reconocer que los fenómenos complejos o sensibles también pueden ser analizados psicológicamente (científicamente) es clave para darnos permiso para seguir avanzando, tanto en lo básico como en lo aplicado. Por el contrario, la resistencia a aceptar esto deja una y otra vez abierta la puerta a las pseudociencias, con todas las consecuencias que ello implica, no sólo para nuestra profesión sino, sobre todo, para los usuarios.
3. Ganar visibilidad social
Partir de estas dos premisas (defender nuestro nivel de análisis específicamente psicológico y la necesidad de aproximarnos a él científicamente) es en mi opinión condición indispensable para ganar un espacio propio en la sociedad en el que se nos tenga en cuenta en lugar de recurrir a personas de cualquier otra disciplina (o a meros charlatanes desinformados) para hablar en nuestro nombre, como vemos de continuo en los medios de comunicación. Si no contamos con visibilidad y respeto social, difícilmente van a recurrir a nosotros para poder dar respuesta a tantos y tantos problemas ante los que tenemos muchísimo que decir.
En este mismo sentido, tenemos que ser responsables sobre cómo comunicamos, en entornos públicos y privados, así como exigir a nuestros representantes (hablo aquí de los Colegios Profesionales) que sean modelos de esta misma responsabilidad.
4. Ampliar nuestras miras sobre lo psicológico
Otra dificultad importante es cómo el ámbito clínico/sanitario lo eclipsa todo, lo cual obstaculiza mucho el desarrollo de tantas otras vertientes de nuestra disciplina (educativa, social, forense…) que también son esenciales y que también requieren de profesionales rigurosos y comprometidos, y de un corpus de conocimientos igualmente sólido.
Creo que esto es algo que debemos tener cada vez más presente, pues la psicología no entiende de compartimentos estancos y necesitamos avanzar todos juntos para dar las respuestas que la sociedad necesita. Cada ámbito, además, tiene sus particularidades y sus propias necesidades, pero debemos recordar que en todo momento estamos hablando de comportamiento humano y por ello todos debemos nutrirnos de unos pilares comunes en nuestra formación y actuación.
5. Empleo digno
En mi opinión, los jóvenes que estáis terminando ahora vuestra formación, o comenzando a integraros profesionalmente, sois la clave para estos cambios, ya que venís con formaciones más actualizadas (o eso es lo que sería deseable y exigible a nuestras universidades) y frescura en vuestras miras.
Por ello, os aliento a llevar vuestra perspectiva crítica y vuestro compromiso con la psicología científica a todos los entornos en los que os vayáis desenvolviendo. Pero para eso necesitáis unas condiciones laborales dignas: no hay profesión sin empleo. Y en este frente tenemos que luchar todos: sea nuestra profesión más o menos vocacional esto no es excusa para ofrecer condiciones laborales precarias o para tapar el empleo con voluntariados, aprovechándose de nuestras ganas de ayudar. Máxime cuando muchas veces los usuarios de los servicios más precarizados son paradójicamente los que necesitarían una ayuda más especializada.
Queda mucho por hacer para conseguir estos objetivos, que además es imposible alcanzar individualmente: necesitamos hacernos fuertes como colectivo para dar todos estos pasos. Las redes sociales se han convertido en un espacio fantástico para ello, gracias a contribuciones como las de “CONDUCTEAM”, pues nos impulsan a mantenernos críticos, a seguir formándonos y actualizándonos, y nos ayudan a crear vínculos entre quienes tenemos la misma manera de entender la psicología. Pero siempre tenemos que devolver todo ello a nuestros espacios de trabajo, universidades, colegios profesionales, colectivos estudiantiles… con el fin de ser verdaderos agentes de cambio y que no todo se quede en una mera declaración de intenciones.
Sabemos que muchas veces el camino es frustrante y nos encontramos obstáculos, pero, personalmente, creo que poco a poco vamos conquistando frutos y que avanzamos gracias al esfuerzo de todos.
ACERCA DEL AUTOR
Perfil del autor:
Psicóloga licenciada por la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), máster en Terapia de Conducta por el Instituto Terapéutico de Madrid (ITEMA) y máster en Metodología de las Ciencias del Comportamiento y de la Salud (UAM). Actualmente dirijo Libertia Psicología y mi mayor interés es contribuir a la difusión de la Psicología científica en la sociedad.
Otras publicaciones del autor:
-
This author does not have any more posts.